domingo, 24 de agosto de 2008

Creo (La Voz Dormida. Parte II) Capítulo XVI.

Aquella noche Azaak no consiguió conciliar el sueño. Las imágenes de toda su vida se agolpaban a codazos en su mente. Algo muy dentro de su ser le decía que había llegado la hora. El inquisidor Honorio, un dominico cobarde, mentiroso y acostumbrado a amontonar riquezas a costa del trabajo de los demás, mesaba su perilla pelirroja. A su lado su secretario José -o Pepe, como gustaba de llamarle su amo y superior- tomaba notas mientras asistía al interrogatorio al que sometía a Azaak. Azaak, mientras era torturada con uno de los instrumentos más crueles jamás ideados, no dejó escapar ni grito alguno, ni súplica ninguna. Miraba fríamente al tribunal que la acusaba de herejía y brujería. Juanillo lloraba, e intentaba apaciguar tanto dolor acariciando sin ser visto el cuello de Azaak.-Lo siento mucho- le susurró a Azaak en un momento en que las miradas de los inquisidores se desviaron hacia un charco de sangre que se había formado a los pies de Azaak. - ¡¡Silencio verdugo!! -La mirada del inquisidor taladró a Juanillo- ¿Sigues afirmando que el verdadero Dios es mujer, y se llama Gaia? -preguntó- ¿Y todavía te atreves a mantener que tú eres su representación en la Tierra? Azaak hizo un esfuerzo sobrehumano por hablar... - Vosotros sois los que tendréis el castigo más severo que jamás tuvo persona alguna -dictó Azaak-. Vosotros creéis en un Dios malvado, justiciero, creéis que todas las personas que no piensan como vosotros son dignos de ser asesinados. ¿Y vosotros os llamáis civilizados? ¿Con qué derecho colonizáis pueblos que al menos respetan a su madre, La Pachamama? Vosotros hacéis sacrificios humanos más crueles que aquellos a los que llamáis salvajes. Lo hacéis por odio, por venganza, por incultura. Yo no creo en un Dios así.- ¿Y en qué crees tú? -inquirió el Padre Honorio acercando su boca a la de Azaak-. Creo en la amistad que no pide, da. Creo en el amor sin condición. Creo en la humildad del que sabe ganar. Creo en el honor sin uniformes ni Dios. No creo en un altar que salve mi fe, ser honesto es mejor que un cielo lleno de himnos. No creo en un líder que dirija mis pies, mi rey es mi voluntad, mi patria mi hogar. Sé que existe un lugar mas allá entre las estrellas donde nacen los versos que yo nunca pude encontrar, donde el alma de a luz, y al parir de ella nazcan besos con labios de esperanza, yo creo en ti, creo en mí. Sé que existe un lugar donde hallar un beso perdido, donde nacen los sueños y maman oportunidad. Donde hacerte el amor sea morir dentro de tu cuerpo, creo en una caricia, creo que existe ese lugar. Creo en la pasión ella es mi voz, creo que al final te encontraré.

Incendiaremos el mundo otra vez

Y volveremos, con varios años más a las espaldas pero con la misma fuerza con la que empezamos. Y seguiremos, con las mismas ganas...