jueves, 5 de marzo de 2009

"Deja de llorar (y vuélvete a levantar)".

Uno de esos seres aflojó una débil sonrisa. El calor de la noche pintaba olas de gotas sobre su piel. Se me acercó una joven que no tendría más de 16 años. Me contó que jamás pudo abandonar durante toda su vida esa sensación de vivir sin libertad. Creció en el seno de una familia conservadora que jamás le entendió. Me habló de su prisión…
 
"La cárcel es un cementerio de personas vivas, un almacén de culpas, errores y anhelos de amaneceres. Una fábrica de sueños rotos, de esclavos del calendario, de yonkis de la soledad esperando su dosis mensual de afecto en forma de visita. Aunque son humanos, no lo parecen. Sus ojos tienen el color de la derrota. Las marcas en su piel hablan de despedida. Son sacos de amargura y de oportunidades perdidas envueltos en piel humana y movidos por un corazón. El aire de la cárcel asfixia, está contaminado de odio y desesperanza. La cárcel huele a jardines de cemento, a flores encadenadas…
 
Pero hay muchos tipos de cárceles y sin duda la peor es la cárcel del interior. Esa prisión que llevamos dentro y no nos permite ser libres..." .
 
-Yo jamás hice caso a mi voz interior que me animaba a luchar y a volverme a levantar. Tiré la toalla y acabé con mi vida…- mientras me hablaba la chica supe que sabía más de mi vida de lo que yo imaginaba…
 
Desde entonces jamás olvidé que hay muchas clases de barrotes, y que los más peligrosos son aquellos barrotes invisibles hechos de miedo, complejo y cobardía.
 
 
La ciudad de los Árboles, Mägo de Oz

Incendiaremos el mundo otra vez

Y volveremos, con varios años más a las espaldas pero con la misma fuerza con la que empezamos. Y seguiremos, con las mismas ganas...