domingo, 17 de marzo de 2013

Hablando con mi cerebro


¿Cómo estás? Vengo a visitarte, hacía tiempo que no hablábamos. Siento haber estado tan ocupada, no he tenido el tiempo que me hubiera gustado para pasarlo contigo. Me cuesta aún reconocerte tras aquella charla que tuvimos. Ni si quiera se de qué hablamos la última vez. 

Perdón por no haberte prestado la atención que merecías, pero ahora que tengo un hueco espero que quieras compartirlo conmigo. 

Siempre me he preguntado quién marcaba los pasos que tenemos que dar y a la velocidad a la que hemos de darlos. Y es que vamos más rápido de lo que nos gustaría.

Envejecemos de golpe, sin tiempo siquiera de disfrutar de la juventud, de las tardes en el parque, de los viajes sin pausas, sin prisas. No podemos pararnos a contemplar el paisaje; el campo, el mar, las montañas... Todo son franjas de luz y rayas de autopista, somos vehículos circulando a 120 km/h.

Sea quien sea, consigue lo que se propone. Quizás el método está en llenar la cabeza de cosas inútiles con la certeza de que no habrá nadie que rechiste. Ni una queja. Miles de cabezas asintiendo órdenes que ni siquiera entendemos.

Creo que tú lo odias tanto como yo, incluso más, entiendo que te afecta más directamente. Lo necesitas, lo necesitamos. Quizás no nos vendría mal escaparnos por un segundo, fugarnos de esto que no nos deja vivir a nuestra manera. Aprovechar la velocidad a la que nos han obligado a circular, agarrarnos fuerte e irnos corriendo hacia ningún lugar, donde no haya un ojo que vigile. Y que se joda el viento, que se jodan todos los que quieran atraparnos.

Te propongo escondernos en algún rincón de cualquier montaña, la que más te guste, la que más te recuerde al mejor momento de tu vida. Donde podamos disfrutar del paisaje, de los animales. Donde la contaminación no sea la protagonista de la película. Donde nadie diga qué tenemos que hacer y en qué momento debemos hacerlo. Podemos invitar a aquellos que se sientan como nosotros dos, quién sabe, puede que encontremos a alguien que nos entienda.

Ya llevamos toda una vida obedeciendo órdenes, creo que merecemos un descanso.

Incendiaremos el mundo otra vez

Y volveremos, con varios años más a las espaldas pero con la misma fuerza con la que empezamos. Y seguiremos, con las mismas ganas...