martes, 3 de septiembre de 2013

Dulce introducción al "caos"

Vivo en un país donde amanece a la hora que tú quieras. Donde la gente baja a desayunar churros con chocolate en aquella famosa plaza en la que solíamos quedar, donde no se le da demasiada importancia al reloj, de hecho, las campanas de las iglesias fueron derrocadas porque no nos gustaba que nadie nos marcara pautas. Lo único que hacemos es vivir el momento sin pensar en lo demás. Aquí nada ni nadie es ilegal.

Vivo en un país donde se fomenta la música en directo, donde pasar por una esquina significa encontrarte a aquel señor tocando su guitarra, como cada tarde, sin saber hacer otra cosa más que sonreír. En mi país, nuestro país, nadie controla a nadie, las terrazas están abarrotadas de gente y tú y yo allí, en la misma mesa de siempre, disfrutamos de una partida de cartas mientras suena nuestra canción favorita.

Es un país donde las banderas son del color que tú quieras pintarlas. Donde las paredes están llenas de obras de arte. Donde no hay que pedir los besos y donde a la gente le gusta abrazarse. Aquí todo el mundo es feliz, los problemas se solucionan con un "lo siento mucho" y una cerveza con amigos. 

Vivo en un país donde predomina el color verde de las plantas y donde cada noche nos reunimos en la montaña que hay justo en medio a montar nuestra tienda de campaña. Donde cada día sale el sol con la misma fuerza que nosotros y donde a la luna no le hacen falta pelas para salir todas las noches. A nosotros tampoco. 

El tamaño de nuestro país es variable. Puede ir de miles de kilómetros a medio milímetro. Depende de donde tú estés. Es un país que hemos construido juntos. El único en el que creo, y el único por el que voy a seguir luchando.

Incendiaremos el mundo otra vez

Y volveremos, con varios años más a las espaldas pero con la misma fuerza con la que empezamos. Y seguiremos, con las mismas ganas...